Siempre supe que no estaba hecho para seguir un camino “seguro”.
Mientras estudiaba Ciberseguridad en la universidad, me apasionaba la psicología, las finanzas, las ventas y el desarrollo personal. Cada libro y cada curso que hacía me acercaban más a una idea: no quería pasar mi vida en una oficina escribiendo código.
Así que lo dejé todo.
Sin garantías. Sin contactos. Sin experiencia.
Y por una de esas casualidades de la vida, acabé dentro de un sector del que solo conocía lo que había visto en reality shows americanos: el sector inmobiliario.


Conocí a un emprendedor que estaba montando su agencia y me ofreció aprender.
En mis primeros tres meses, haciendo llamadas en frío, vendí cinco propiedades y generé más de 45.000€ en comisiones.
El problema: yo solo veía el 15%.
Intenté renegociar, pero no hubo forma. Así que me marché.
Buscando crecer, entré en RE/MAX, convencido de que allí aprendería los secretos del éxito inmobiliario. Pero lo único que encontré fue desilusión.
Nadie sabía captar. Nadie quería enseñar.
Y todos se justificaban diciendo lo mismo:
“Esto va de suerte y contactos. No hay otra forma.”
Yo no podía aceptar eso.

Empecé a estudiar lo que nadie en el sector quería aprender: marketing digital.
Invertí lo poco que tenía —y algo que no tenía— en formaciones de marketing online.
Todo el mundo me dijo que estaba loco, que eso no funcionaría en inmobiliaria.
Y al principio, tenían razón.
No conseguí resultados.
Pero mientras todos se rendían, yo empecé a entender algo que cambió mi vida:
El cliente inmobiliario no busca una agencia. Busca confianza, autoridad y método.


Ahí nació mi propio sistema.
Lo apliqué en mi agencia, y pasé de no captar nada a generar más propiedades de las que podía vender. Llegué a captar entre 10 y 25 exclusivas al mes, hasta el punto de tener que repartirlas con otros asesores.
Una noche, durante una cena con amigos del sector, alguien me preguntó:
“¿Cómo que te sobran propiedades?”
“¿Qué estás haciendo para conseguir ese volumen?”
Les expliqué mi sistema.
Su respuesta fue inmediata:
“¿Cuánto quieres que te paguemos para que nos enseñes?”
Sin saberlo, esa noche nacía InmoMentor.

Lo que comenzó ayudando a dos amigos se convirtió en una consultora internacional con una misión clara:
Transformar la vida y los resultados de los profesionales inmobiliarios del mundo.
Hoy, InmoMentor ayuda a cientos de asesores y agencias a automatizar su captación, dominar el marketing inmobiliario y escalar sus resultados usando inteligencia artificial.
Desde Dubái, lideramos una comunidad de profesionales que comparten una filosofía simple:
“El éxito no depende de la suerte, depende del sistema.”

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